El depredador emocional

por María Jesús González González
Ilustración: Gabriel Pacheco

Ilustración: Gabriel Pacheco

¿A qué nos referimos en Psicología cuando hablamos de un depredador emocional?

Se trataría de una persona que se caracteriza por tener un perfil maltratador en sus relaciones, actuando de forma insidiosa y velada con sus víctimas. Estos dos factores son los que lo diferenciarían del subtipo maltratador explosivo-agresivo, el cual se caracteriza por poseer una psique menos “refinada” en el arte del engaño y la manipulación.

De esta diferenciación, deducimos el mayor nivel de peligrosidad del depredador emocional, pues hablando coloquialmente, es más difícil “verle venir”, ya que sus estrategias sibilinas y su aspecto absolutamente normal, no hacen presagiar a la potencial víctima, que se está metiendo sin darse cuenta en la “boca del lobo”.

El objetivo encubierto de cualquier vampiro emocional es desmoronar psicológicamente a su víctima, despojándola/o de todos sus vínculos, sus potencialidades y virtudes, de tal forma que terminan por aislarla, haciendo que dependa emocionalmente de él/ella.

Para poder entender mejor esta necesidad de dominación sobre la víctima, se hace necesario resaltar el talón de Aquiles de cualquier depredador, que no es otro que su falta absoluta de autoestima, habiendo sido coronados desde su juventud con un superlativo complejo de inferioridad que les lleva a utilizar mecanismos compensatorios a la hora de exponerse a los demás, como son la agresividad encubierta, la arrogancia, la prepotencia o el despotismo.

Un aspecto que consideramos esencial para poder ganar terreno al depredador, es dar a conocer las características que suelen buscar en sus víctimas, sobre todo en el ámbito sentimental (aunque también se puede encontrar este perfil psicopatológico de personalidad en el trabajo, la familia o los amigos).

En consonancia con su falta de autoestima, los vampiros emocionales escogen a personas con atributos tan deseables como la vitalidad, la bondad, la capacidad personal, el optimismo, la confianza, etc. con el único afán de absorbérselos, dejando de esta forma a la víctima, totalmente desprovista de sí misma, siendo este el momento perfecto para “atacar”.

En esta fase de la depredación, la víctima ya ha perdido la confianza en su criterio personal, sintiéndose muy desconcertada, y puesto que el vínculo que ha establecido con “su vampiro” se ha convertido en su referente emocional, el depredador sin mucho esfuerzo tendrá a su presa justo donde quería, a su lado y completamente indefensa.

En este momento los abusos ya no serán encubiertos, exponiendo el depredador a su víctima a humillaciones, insultos, y todo tipo de vejaciones, que irán desde el ámbito sentimental, pasando por el personal, el económico (muchos de ellos son expertos en arruinar a sus parejas), el laboral, etc.

Por todo esto, y algunas cosas más que esperamos no tengas que experimentar nunca, recuerda que, a la hora de elegir una pareja sentimental, debes afinar todo lo posible tu instinto, guiarte por tu intuición y nunca sucumbir a la seducción y el halago fácil… no sabes qué intenciones pueden esconderse tras esa máscara de dulzura y predisposición completa hacia ti.

En este artículo queremos aportar un relato de la bloguera Alicia Valverde Romero (@AliciaValverder) publicado en el blog Relatos Cruzados. Un estupendo texto donde describe con certeza el árido camino que debe atravesar una víctima cuando finalmente decide abandonar a su depredador.

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“Desde esta ciudad que hoy se pinta de blanco y una fría capa de silencios, cae de un triste cielo; hago un pacto de silencio entre mi razón y mi corazón y te declaro culpable de ser un cazador de almas y por lo tanto, hoy, con todas mis ganas, voy a matar tu recuerdo.

Para que no sigas alimentándote de mí, ni de mis carencias. Para que mi miedo no te haga más fuerte, para que entiendas que te he vencido, que no volveré a caer en el pozo oscuro de creer en ti.

Yo decido mi destino, elijo mi rumbo y te dejo en la cuneta de lo que nunca debió ocurrir.

El amor tiene distintos caminos y distintas formas, pero el mío siempre acaba en ti.

Tú eras lo que yo quería, pero no lo que necesitaba.

No necesitaba tus mentiras, no necesitaba oír que tu amor era de otra.

Lo que no sabes, lo que nunca te conté y en esta carta te confieso, es que yo conocía tu traición y, aun así, te seguí amando desesperadamente.

Creyéndome la protagonista de tu vida, la dueña de tu poesía.

¿Fuiste un error?, no lo creo, fuiste una mentira, y eso es peor.

Ni perdón, ni arrepentimiento, nada entró en tu corazón, porque estas vacío, no conoces la empatía y tus sentimientos son oscuros y sombríos, fríos.

No eres nada y yo, ya no lloro por ti.

Por eso voy a matar tu recuerdo, para dejar de seguir andando por la cuerda floja y raída que no une, en esta vida de mentiras.

Ya no serás el motivo de mis caídas, esa es mi revancha; el olvido, lo que más daño puede hacerte.

Olvido e indiferencia.

Hoy me deshago de ti y te dejo en el olvido”.

MARIAJESUSGONZALEZ.COM

 

 

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