Según la RAE, el calificativo de “malqueda” le corresponde a la persona que falta a sus deberes.
La pregunta que esto me surgiere es: ¿qué tipo de deberes? ¿los impuestos por uno mismo? o ¿los elegidos por el resto?
Sin duda, se trata de una definición bastante ambigua, donde las interpretaciones (como siempre en la vida) pueden ser variopintas.
Hoy queremos aprovechar este artículo para hacer un alegato sincero y cariñoso hacia el arte “malqueda” o lo que significa para nosotras, el arte de aprender a priorizarte y mirar por tus necesidades por encima de todo y de todos (aunque se enfaden, te ignoren, quieran castigarte, etc.)
¡EMPEZAMOS!
- Prioriza tus necesidades físicas, afectivas y psicológicas por encima de las de los demás.
- Respeta tu tiempo libre, dedicándolo exclusivamente a los planes que te apetecen de verdad.
- No felicites los cumpleaños a diestro y siniestro según te va notificando Facebook, independientemente de que te apetezca o lo sientas.
- Comienza a sufrir una intolerancia cada vez mayor a la necesidad de “quedar bien” con los demás, sean amigos, familia, compañeros de trabajo, etc.
- No tengas codificada una agenda en tu memoria de fechas destacables y reseñables para el resto de los mortales (cumpleaños, santos, aniversarios, etc.).
- Permítete anular planes, a veces por motivaciones importantes y otras por motivos tan sencillos y humanos como “me atrapó el sofá” (o lo que yo denomino “hacer soffing”).
- Será difícil para la naturaleza de alguien “malqueda” disfrutar perteneciendo a grupos. Los grupos son espacios destinados a una única forma de pensar. Sus miembros se mueven en la misma dirección, por lo que si quieres pertenecer a uno de ellos, ya sabes… sigue la corriente.
- Ofrece a cada persona EXACTAMENTE lo que ellas te ofrecen a ti. Si te buscan, busca, si te ignoran, ignora, si te llaman, devuelve ese interés, pero si han decidido que la indiferencia sea su estrategia comunicativa, ten el valor de responder con lo mismo. De esta forma te darás el valor que todo “malqueda” o proyecto de “malqueda” se merece.
- Saca de tu vida a las personas que han dejado de aportar, que te ofrecen más malo que bueno, que exigen tanto a la amistad, que más pareciese una carrera de obstáculos que un espacio de libertad en el que aceptarse y quererse.
- Perderás el interés por obligar a los demás a que te quieran, rogándoles su tiempo, su amor, su atención.
A modo de conclusión, si la necesidad de aprobación ha comenzado a perder valor para ti, o pese a que la siga teniendo, cada vez te disgusta más la idea de hipotecarte por y para la satisfacción ajena, es mi obligación avisarte de que este camino no será especialmente fácil.
Los planes no abundarán, el teléfono no te echará humo y habrá largas temporadas donde tu compañía será la más frecuente.
Pero si crees que ya no hay marcha atrás y que además esta elección te compensa, debes saber que:
DECIDIR ser de una determinada manera, apostar por tus tendencias más innatas, es la manera más auténtica de vivir, independientemente del precio que tengas que pagar…
Y os preguntaréis ¿por qué una cabra?
Haciendo un símil con el mundo animalario, desde mi punto de vista podemos elegir ser: ovejas o cabras.
- Las ovejas son felices siempre en el rebaño donde todo es fácil y previsible en la permanente compañía de sus congéneres.
- Las cabras eligen en su día a día si prefieren estar con otras colegas de su especie, o bien disfrutar en las altas cumbres de una visión más amplia, la que le aporta su soledad o la compañía con uno mismo.
¿Y tú qué eliges, ser cabra u oveja?
MARIAJESUSGONZALEZ.COM
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Decálogo para acabar solo… Y luego llorar.
Ni blanco ni negro